jueves, 1 de septiembre de 2011

¿Qué eres tu?



Te quiero contar, alma mía, mujer,
aquello que eres tu en mi vigilia y en mis sueños;
esas cosas que uno no entiende, que no alcanza, que solo una vez recibe;
eso que uno siente y te alza como un templo, como un altar pagano de eternas plegarias.

Eres mi amplia sonrisa, mi felicidad, la gratitud;
eres ya mi pasado, aún mi presente y todo mi futuro;
eres el soneto claro e indescifrable de Rilke y la sentencia precisa de un verso mío.

Cuando veo tus ojos me sumerjo en un mar de inagotable dicha,
de infinita distancia y velocidad;
ellos son, pues, las puertas de tu alma, el umbral de mi esperanza,
el retoño cabal del firmamento de siempre.

Eres un suspiro que hunde mi pecho y de visceral alegría responde a su deseo;
eres mi corazón abierto, desprovisto de defensas,
que te ofrece todo su caudal sanguíneo y el dominio de mis mañanas.
Eres el lienzo teñido de colores y formas que embellece mi vida,
y el más perfecto arquetipo de aquello que alguna vez soñé.

Cuando contigo no estoy,
tú, sin embargo, estás prendida en mí;
en la piel, en las entrañas, en el paradigma de mi augusto idilio.
Mi existencia te nutre cuan un pábulo quimérico de tu retórica;
y en ti descanso solemne, junto al parnaso de tus horas más felices.


Demian