domingo, 11 de septiembre de 2011

Poesía urgente


Hace un instante pensaba,
mientras me bañaba,
¿le he dicho cuánto la amaba?,
¿qué su imagen me despertaba?.

¿Le he dicho lo hermosa que es?,
¿que su celestial presencia me invade el alma?,
¿que en mi espejo la veo, cuando me miro, e intento tocarla?.

¿Sabrá que mi amor es tan extenso?,
qué cobija un valle perpetuo, infinito,
qué ante él todo es pequeño,
minúsculo, ínfimo.

¿O me habré quedado mudo,
como de costumbre,
apabullado de oírla, de intentar verla,
y se me hace un nudo?.

¿Conocerá el alcance profundo de mi alegría?,
la perenne junto a ella.
¿Sonreirá y un suspiro se le irá,
cuando estoy con ella en palabras,
percibiendo mi voz todo el día?.

¿Sospechará de mis horas curiosas,
de verla nuevamente, de tocarla, de escucharla;
qué se vence el día y aún no la encuentro,
y me duele saberlo, vivirlo?.

....

Mejor le digo,
me seco y le escribo.

Demian.

Signos


Ahora me entero mujer,
ahora entiendo;
qué significan los signos,
las marcas del presente mío.

Miles deja vu,
un gorrión en tu ventana,
las marcas en mi cara,
tu imagen perpetua en mi memoria,
en los pensamientos, cada hora.

Es que ando pisando firme mi historia,
la de ahora,
la que viene.

Te pienso porque existes,
estás ahí, y te toco cuando puedo,
y cuando no, te pienso e igual te siento.
Mis marcas en la cara son tu recuerdo,
de mañanas, tardes y noches de aventuras,
de cientos de horas de caricias y besos.

El gorrión insiste en pasar a tu cocina,
pretende servirse una miguita gratis de amor sincero,
y te canta mi serenata perfecta todas las mañanas.
Me congela la sangre cada vez que un evento de tu vida , de la nuestra, desconocido,
no me es nuevo y se repite,
como si siempre hubiera sido así,
siempre fue así.

Son signos, señales, de estos días,
tuyos y míos, nuestros,
empujandonos a eso que tu sabes,
a amarnos, sólo eso;
... signos.


Demian.

Der Wörtermixer (La mezcladora de palabras)


Erste Mischung.

(1)
¿Qué son las flores sin tu aliento?,
¿sin tu alegría?,
¿sin tu mirada de sueño?,
... en verdad, nada.

Quizas tus lagrimas o tu sonrisa dibujen tu rostro,
dibujen mis horas más tardías,
dibujen las pequeñas cosas de la vida,
las más pequeñas.


(2)
Completos son los dioses
que las leyendas relatan,
figuran omnipotentes,
impersonales,
celestes.

Completos son los almanaques
que retienen tiempo,
amontonan siglos,
derraman finales y glorias.

Completas son las delicias
que derrochan tus ojos,
fomentan amores,
preservan deseos.


(3)

Asciende al podio el hombre
que tus delicias pruebe;
conoce primero el mar de tus ojos,
y luego el reflujo tierno lo arrastra despacio
hacia los verdes prados de un amor esperanzado.

Preso de ese mar perpetuo,
de un sueño concreto,
del reflejo preciso de mi ser
que tus ojos, delicados, caprichosos, muestran,
voy comiendo el destino,
mi propia presencia en todo.

Esclavo de anhelos y deseos,
de esperanzas y recuerdos,
mi sentencia más loable
apunta lejos, al horizonte,
donde se levantan sueños y razones,
donde lo primero de todo tiene su final.

(4)
Es tan sólo un ser, un individuo,
lo que me lleva liviano y sensible,
por un sendero de nobles corazones,
al recreo terminal de los dolores.

Si mi corazón me duele,
si mi alma me duele,
es porque tu eres esa daga,
que, pacientemente, me desgarra con mucho amor.


Demian.

miércoles, 7 de septiembre de 2011

De película


Me ocupa la vida,
en estos días,
un ser pequeño,
el inquilino del vientre más querido.

¿Y cómo será,
cuando su contrato uterino termine?.
Una piel rosada, el fulano tendrá,
¿o será fulana quizás?.

Él nacerá soñando,
ella, tendrá tus ojos,
para recordarme siempre que son los mismos
de aquél mayo festivo,
gigantes, saltarines,
que arrastraron mi alma al cielo más hermoso.

Será el ristre de mi lucha,
un cuerpecito de menudas manos
y enormes sueños bravos.

¿Cómo será?,
seguro diminuto y gigante.
Allí dentro de su madre
por primera vez lo vi,
orgulloso, insolente, atrevido;
ya era de película:
8mm.


Demian.

Condenen a mis manos


Como si mis manos supieran,
como si tuvieran vida,
como si conocieran el secreto de tu belleza,
dibujan caminos en tus formas precisas.

Se impregnan de ti,
se fusionan en ti,
se alzan despacio y luego descienden lentamente
sobre tus valles y acantilados,
exquisitos, perfumados.

Saben con certeza,
qué senderos de tu cuerpo recorrer,
para allanar tu hermosa piel,
para adueñarse de tu alma y vida,
para expandir sus dominios otro día.

Las pillas manos mías,
merecen el castigo más severo, me roban cada hora,
me quitan cada instante,
parte de mi amor,
parte de mi vida.


Demian.

domingo, 4 de septiembre de 2011

Ella va


La perdí, finalmente,
entre los vanos rostros plurales de la calle,
entre el trajín frenético de los hombres,
entre el ruido y el humo del quehacer diario.

Nadie reparó en su belleza,
la ignorancia de aquellos que rozaron su cuerpo
no permitió que su fugaz presencia los alertara.

¡Pobres y minúsculos hombres!,
se perdieron de verla,
quizas por esa cuenta,
quizas por esa deuda,
¡pobres y minúsculos hombres!,
se perdieron de verla pasar.

Y ofrece ella su delicado encanto de rosa a mi mirada,
la observo desde el bondi,
un rato, un instante,
entre los autos pasar,
radiante y silenciosa.

Salimos del marco del día,
por encima de todo y todos;
ella va como una estrella fugaz,
dejando la estela que guía mis ojos hasta su figura,
caminando ligero entre las ruinas
que ellos crean con sus pasos.

Como flotando suave y serena,
pierdo a mi Dafne en la ciudad;
me deja sólo la huella en el día.

Ella va rodando su amor,
ella va regalando color,
ella va dejando lo feo,
ella va, y yo la veo.


Demian

sábado, 3 de septiembre de 2011

Las cosas tienen su nombre


Las cosas tienen su nombre,
será su forma o su porte,
...quizás un invento.

Mañana es el nombre:
de ese lapso entre que despierto
y la tarea del día, otro invento, se presenta.
Más mañana para mi debería llamarse mujer.

Mujer coloreada de asombro,
sorprendida por el sol que se filtra por la ventana;
mujer de cálida piel y cabellos enredados,
que lentamente se van deshilando
hasta caer pesadamente en su espalda.

Tarde es el nombre:
que la trama del día recibe,
a veces trajín penoso, otras incierto.
Más tarde para mi debería llamarse mujer.

Mujer detras de la línea,
esperando, hablando, escribiendo,
caminando a tu lado y sonriendo;
mujer vivaz, de rostro audaz
que derroca tus horas de espanto.

Noche es el nombre:
quzás del marco de los sueños,
quizás del ocaso del tunante.
Más noche para mi debería llamarse mujer.

Mujer de delicado roce
de sereno placer perpertuo,
mujer de augustos sueños y reproches,
mujer del meditabundo hombre sincero.

Las cosas tienen su nombre,
será su forma o su porte,
...quizás un invento.


Demian

viernes, 2 de septiembre de 2011

Una dama de otoño


Conozco a una dama de otoño,
que su belleza encanta,
que le es propicia al poeta,
y las flores opaca.

Son sus ojos eternos,
cobijan los días y las noches,
los pasos felices de horas alegres,
los hermosos sueños de las más distantes noticias.

Este pequeño río que forma el llanto,
este cielo inmenso que el amor acompaña,
transcurren constantemente,
en un país ignorado.

La luz de sus ojos,
que arrastran siglos y leyendas,
serpientes y espadas,
baja como del sol,
para aunar luces y sombras.

En el vértigo del delirio,
de la angustia ciega y dolorosa,
son sus besos el placer divino
y el regreso feliz de las horas más colosas.

Aún yo sepa que oscurece al ocaso,
que la noche es inevitable,
me tiene sin cuidado,
pues la dicha me es ancha.

Conozco a una dama de otoño.


Demian

Veo pero no te veo



Veo a través de mi ventana el rocío de la mañana,
los pinos altos,
la brisa entre sus ramas,
el frío calando los huesos de un perro triste,
la tierra absorbiendo las gotas de una canilla vieja,
y un cielo de enormes nubes hinchadas a punto de estallar.

Veo en mi cocina el mate amargo,
y el rostro fatigado de mi padre,
sus castigadas manos de tanto ajetreo,
sus pinturas, su radio y esos pocos sueños que aún ejercitan su memoria.

Veo todo un invierno crudo en mi cocina,
veo la mesa y las sillas que a mi niñez pertenecen,
los mosaicos que constituían mi Universo, que como todo termina,
que como todo muere.

Recorro el pasillo de la casa del niño,
y veo las horas de juegos, de ocio divino,
veo en el rincón mi pasado,
y un patio blanco, territorio de múltiples faenas, solo y vacío.

Veo de la Tierra a la Luna,
veo el país del oro,
veo los robot y el imperio.

Veo todo,
veo, pero no te veo.


Demian

Cuadro: Roberto Pedro Panello.

jueves, 1 de septiembre de 2011

Gigantes


A veces uno se aparta de un sueño,
de una caricia, de un recuerdo, de la vida.
Mas supone reencontrarse con una mirada nueva,
con un mar y eternas corrientes;
y sin palabras se adormece tibio.

Desde el oriente de tu descanso,
echado, despierto y meditabundo,
advierto que dos gigantes de piedra nos miran, nos vigilan;
son custodios de nuestro idilio.

Siento que se inclinan sobre mí amenazantes,
inquisidores y presumidos.
La noche los acompaña, los motiva,
con ella viven, con ella reparten sus horas,
y cumplen la labor vigía

Nos recuerdan cuánto más hay por delante,
qué importante son los sueños, las caricias, el recuerdo, la vida;
que estaremos bajo sospecha.

Las ancianas efigies ex profeso dirán:
"Todavía estás vivo, puedes aún construir;
tu sangre permanece roja, más que las rosas".


Demian

De los encantos


Si pienso en las noches de insomnio,
en las tersas cobijas de tu imperio,
en el templado rostro que amo,
y en mis charadas fatuas;
veo aún más claro e irreprochable mi idílico destino.

Si veo que el recuerdo asciende,
que la noche expira con tu aliento,
que tu sabor todavía me sabe cierto,
y que aquél sujeto lego que profana mi cariño no se ha ido;
clavaré mi alma furioso en tu destino.

Si creo que el gusto por tu vida me ha dejado endeble,
será porque aún de muerto te haré cortejo.
O quizás mi amor es más extenso
que ni esa dama inevitable,
con su odio de tinieblas, renuente de romance,
podrá jamás aquél desentrañar.

Si escucho un ruiseñor en mi ventana,
sabré en verdad, que en su trino el amor florece;
pero ya he probado que esa rosa en ti reposa,
y que es tu voz el éxtasis que a vivir la lleva.

Si te es mi amor demasiado cierto,
es que él ahora impera en mi estrella;
que es deidad de los encantos,
y mundano de los actos.


Demian

Meine Liebe


Ich liebe deinen ganzen Körper;
deine Augen, deinen Mund, dein Gesicht, dein Herz, alles.

Meine liebe ist sehr stark, sehr schön und endlos;
meine liebe wird nie vergehen.
Ich fühle, dass du alles auf der Welt für mich bist,
und ich bin ein Teil von dir.

Ich vermisse dich wie man Blumen im Winter vermissen kann.
So tief ist meine Liebe.
Meine Liebe bist du!


Demian

El tiempo


Las horas tañen el alma,
se discurren sin calma,
van corriendo un velo de angustia,
van dibujando el recuerdo.

Se forma el pasado errante,
la nostalgia pura de aquellos instantes de gloria;
las imágenes turbias y anheladas de lo amado;
el secreto silencio del oscuro laberinto surcado.

Ni lerdo ni veloz,
se halla en todas partes;
continuo e inescrutable,
te pisa, te aplasta, te consume y te deja.

Es aquel río del griego,
es ese cause omnipotente, infatigable.
Son las hojas del libro olvidado,
son las cartas, besos y caricias de ayer,
es el suspiro eterno del presente y la angustia de mañana.

La arena del poeta urbano no detiene nunca su caída,
golpea incesante el cristal y marca la historia,
descubre el devenir bendito y temido,
la incertidumbre del siguiente grano, la próxima sombra, el inmediato cambio.

Ayer viví mi nostalgia,
hoy juego sin sospechar tu presencia,
mañana sabré que recuerdo he vivido,
y tendré la certeza de haber existido.


Demian.

Dafne


Caminaba por el bosque, junto al río;
absorto de poesía,
pleno de sinfonía y color;
buscaba algo que pudieran mis rimas decir,
mi ser sentir.

Estaba la luna,
cuán disco de marfil más preciado, seduciéndome, llamándome;
estaban los juncos,
esbeltos, bellos, danzando armoniosamente y en conjunto;
el cause del río me invitaba a ver mi rostro,
desdibujado, perfecto;
los grillos me hablaban, reían;
todo se ofrecía sin precio,
...por nada.

Vi la mujer más hermosa,
secreta, distante y curiosa.
Vi sus ojos plenos de pasión y deseo,
su figura delicada, rosada y desnuda.
Era pues, una diosa.

Pronto todo dejó de clamar mi inspiración;
la luna se tornó negra y de acero;
los juncos cesaron su seductor garbo;
el río dejó de mirarme;
los grillos enmudecieron.
Todo sumiso y temeroso de aquella mujer
que se paseaba elegante flotando por el bosque.

Repentinamente me invadió el deseo, la pasión, la lujuria,
por esa criatura divina, por esa mujer del río.
Deseaba describirla, loar sus encantos,
dibujar con palabras su existencia, su substancia;
mas me encontraba atónito, vacío de metáforas y sinónimos.

El cause se la llevaba,
yo la seguía, la llamaba;
quería decirle que la amaba,
¡cuanto la deseaba!.

Pronto dejé de ver su cuerpo,
de escuchar su aliento agitado,
de oler su aroma de jazmines;.
y me ganó la angustia de haberla perdido,
que solo el recuerdo quedara.

Precisamente ese recuerdo aquí relato,
incólume y sentido,
sentado al pié de un laurel perdido.


Demian

En los parques


¿Qué dejan los parques en el recuerdo?;
¿cuántos amantes presenciaron los tilos?,
inmutables, silenciosos, paternales.

Huelen a amor sus ramas;
baten calor sus hojas;
protegen del mal sus copas.

Testigos sin tiempo de amores,
de risas, de pasiones;
de suaves roces de ternuras y caricias,
de amantes cruzados,
y destinos olvidados.

Aquellos sueños caducos quedaron,
otros nuevos brotaron;
mas los tilos, las fuentes, los bancos y canes difamados,
atesoran secretos cuán más abnegado clérigo.

Allí están los parques, las plazas y recreos;
ni la misma Dafne,
resiste a sus paseos.


Demian

Una tarde


La mujer que la tarde ha traído;
que la lluvia ha dejado;
que el otoño ha parido;
ha estado prendida,
de un soneto escondido.

La ansiedad maldita y sublime;
la espera bendita y perpetua;
el reproche eterno han declarado,
el suspiro tierno han presenciado.

Rememora la vida aquellos textos olvidados;
esas secuelas teñidas de amor, dolor y fracaso;
y los minutos escasos de un pasado incauto,
velan el rostro sencillo de una sonrisa discreta.

La tarde ha dejado una mujer;
la lluvia se la ha llevado;
y una canción para dormir,
por último ha expresado.

¡Mas vivad al cielo señores!,
que esta tarde de otoño,
Kafka y Rilke se han encontrado.


Demian

Oda al idioma alemán


Tú, lengua de Werther,
¿qué escondes?,
¿qué encierras en tus prosas y ensayos?;
¿qué velas en tus frases?;
¿qué acertijo me traes en el futuro?.

Declino ante tu dulce sabor de amor,
ante tu bizarra sinfonía,
ante tu lúcida filosofía.

Artículos, adverbios, preposiciones;
símbolos latinos que no llegan a ser.
Perezco frente a tus indescifrables señas,
frente a tus claras y fuertes voces.

Declino una y otra vez,
pero seduces y amas;
enamoras y matas.

Caigo rendido nuevamente en tu geheim Zauber;
y retomo mi lucha por conocer,
aquella lengua que mi sangre no hereda,
pero mi corazón reclama.


Demian.

La coda del Ruiseñor


El corazón desgarrado;
la sangre derramada;
el amor vertido,
y la vida nueva ha surgido.

Una espina hiere y mata;
cura y aspira;
ciñe la angustia eterna,
del amante desdichado.

Noble y mártir Ruiseñor,
que el amor no te es indiferente;
que la vida no te es decadente;
mueres sin saber cuán feliz será tu muerte,
y qué destino tendrá tu postrero orgasmo de vida.

Mas aquel amor despreciado,
que no conoce de tragedias ni poesías;
que no entiende de colores ni sabores;
ni de música ni sensaciones;
perecerá pronto en el olvido.

Y la coda de tu trino,
que le habla a la vida;
que le calla a muerte;
revive remozada y colorida
en la intensidad cegadora,
de la rosa de tu amor transparente.

Lógica práctica y reveladora;
Amor embriagante y cegador;
perturbadores infinitos del hombre;
concilien sus sueños, liberen sus virtudes,
despejen de nubes el cielo;
que la coda, el Ruiseñor ha tocado.

Demian

Principe feliz


Prosa de vida que mantiene claro el corazón,
ángel de amor,
recuerda que todo existe por ti,
que nada escapa a ti,
que eres el centro mismo del Universo.

Camina firme y levanta tu cabeza,
pues ello te alejará de la tristeza.
Revienta a gritos tu vivir,
y se el amor de aquel que lo carece.

Suspéndete en tu idea de felicidad,
y ámala hasta morir;
pues nada hará cambiar al hombre,
si tu no vuelas como el colibrí.

Allí esta el "Príncipe Feliz",
dichoso de existir,
de ser el hombre que murió por vivir;
yace junto a su amada,
y ya siempre será feliz.

Aún se escapa el deseo del fin,
no presiento que cambie, ni que muera;
solo veo el silencio mortal,
de aquel que odia y está ausente.

Levanta tu cabeza, pues, por sobre la multitud,
mira aquello olvidado y maldecido,
y sabrás por qué eres el más alto,
el más bueno, el más claro y el más bello.


Demian

¿Qué eres tu?



Te quiero contar, alma mía, mujer,
aquello que eres tu en mi vigilia y en mis sueños;
esas cosas que uno no entiende, que no alcanza, que solo una vez recibe;
eso que uno siente y te alza como un templo, como un altar pagano de eternas plegarias.

Eres mi amplia sonrisa, mi felicidad, la gratitud;
eres ya mi pasado, aún mi presente y todo mi futuro;
eres el soneto claro e indescifrable de Rilke y la sentencia precisa de un verso mío.

Cuando veo tus ojos me sumerjo en un mar de inagotable dicha,
de infinita distancia y velocidad;
ellos son, pues, las puertas de tu alma, el umbral de mi esperanza,
el retoño cabal del firmamento de siempre.

Eres un suspiro que hunde mi pecho y de visceral alegría responde a su deseo;
eres mi corazón abierto, desprovisto de defensas,
que te ofrece todo su caudal sanguíneo y el dominio de mis mañanas.
Eres el lienzo teñido de colores y formas que embellece mi vida,
y el más perfecto arquetipo de aquello que alguna vez soñé.

Cuando contigo no estoy,
tú, sin embargo, estás prendida en mí;
en la piel, en las entrañas, en el paradigma de mi augusto idilio.
Mi existencia te nutre cuan un pábulo quimérico de tu retórica;
y en ti descanso solemne, junto al parnaso de tus horas más felices.


Demian

¿Y dónde estan las horas?



Me desvelo de amor,
toda una noche, todo un día;
y el cariño asciende,
se multiplica el gozo por la vida.

¿Y dónde están las horas?,
mi reposo las ha olvidado, no las ha advertido.

Ocurrió que una mañana sin horas se ha presentado,
no son muchas y en verdad intimidan.
Una madrugada sin tiempo, con baches de horas,
quizás expliquen mi sueño evidente,
de que aquellas cosas que uno abraza con júbilo,
carecen de lugar en la historia,
que son eternas, inapelables.

¿Para qué las horas entonces?.

Tampoco el espacio estuvo presente esa madrugada,
no existe lugar sin tiempo,
y no existe el tiempo – no hace falta -,
cuando el amor es verdad,
y él yace ahí, a mi lado,
silencioso, contundente.

¿Para qué las distancias entonces?.

Soy un punto aquí,
en un plano fantástico que la vida te alcanza, te lega.
Soy la inescrutable presencia que apremia,
todo espacio y todo tiempo.


Demian

Mujer



Ahora sí espero
que la belleza del mal
que tu vientre nutre
se desparrame en mi frente
con ira de paz y amorío.

Que la indecente primicia de tu amor,
mi vida decore,
con jazmines, otoños, cafés, puertos lejanos
y esos paseos hermosos por los parques de todos.

Que me seas útil para batir la desidia,
el rencor siniestro de injustas verdades,
y la atmósfera chata
de periplos mundanos.

Que el aciago despertar sombrío
frente a las tropas infernales del mundo,
me sea leve, con algunos retazos cálidos
de la vertiente augusta de tus sueños.

Que tu metal precioso, rojo,
sea el arma que empuñe decidido,
ante el cortejo de hombres oscuros
que me esperan delante,
pulcros, mundanos y fríos.

Mujer, eres mi esperanza concreta,
mi sueño de siempre,
que me ayudará a enfrentar las tinieblas,
el infierno de ellos,
que también es mío.


Demian.