domingo, 26 de agosto de 2012

Si alguna vez te pierdo




Y me senté en aquel sitio,
dónde aún vive el amor;
ahí estaban, envuelto en sombras de recuerdos,
tus ojos de topacio imperial,
tu sonrisa sincera,
y tus preciosas manos girando en el espacio.

Se escuchaban los mismos trinos,
el murmurar anónimo de ese mundo ajeno,
que no alcanzaba a sofocar,
el dulce encanto de un retoño de sueños.

Era la misma brisa,
el mismo aroma del día,
la misma tierra,
y hasta el mismo cielo turbado de tanta ternura.

Esperé llegar de nuevo a aquel momento;
pensé que quizás mi cuerpo,
mi semblante de amor sincero,
que las notas de una canción para dormir,
trajeran aquellos instantes de gloria.

Quería confundirme en el tiempo,
espantar los fantasmas,
aturdir pensamientos atroces,
y besar esos átomos persistentes de aquel amor.

...

Pero no llegaron,
nunca llegaron esos instantes,
los indómitos momentos del pasado,
que andarán errantes ya, en alguna estrella.

Y pasó un ángel,
ángel de la eterna mirada triste,
soplo de vida que evapora el ansia,
ángel, con el que caminando creí escuchar aquellos versos:

"Si alguna vez te pierdo..."

Demian

sábado, 11 de agosto de 2012

Los hijos rebeldes de la imaginación


Grises cielos alojan densas gotitas de valor en los días,
que pasan extraños, melancolicos y desesperados,

mientras la tormenta sediciosa, apasionada, de caprichoso destino,
fecunda nuevos sueños en los tenebrosos confines del pensamiento.

Y esos yermos territorios a veces visitados por la angustia,
transitados por la locura y el desorden cautivante de las ilusiones,
van siendo descubiertos por la indescifrable caricia de un lejano dulzor.

Son las fantasías del alma inquieta,
transeúntes de la imaginación,
la inescrutable presencia que apremia el canto,
fiebre augusta que aviva un tizón de pasión antes extinto.

¡Que me lleve!,
dejaré como siempre que me lleve,
a recorrer senderos mágicos de candida lucidez,
de perturbadores momentos.

¡Dejaré que me lleve!,
pues así encontraré que la realidad de los sueños,
se vive soñando,
confinado en los brotes fértiles de la esperanza,
y en los prolíficos hijos rebeldes de la imaginación.

Demian.