viernes, 1 de junio de 2012

Mi camino




Una noche fresca siento como que mis pies vienen devanando kilómetros, 
me voy. 
Sin pensamientos, sin una meta,
sin embargo, sé de mis pasos. 
De cualquier manera estoy tratando, 
en mi mente, sólo un deseo interior impulsará estos momentos. 

Yendo más lejos, 
la razón está gritando, 
el corazón no escucha,
me voy. 

Mi alma se confunde con el paisaje urbano, 
me pienso en un beso, en una caricia.
El sentimiento sublime de estar fuera de sí, 
cuando uno no se cuestiona nada, crece. 

Acabo por entender el significado de este momento, 
es realmente, 
caminar,
me voy.

Así, como si un rayo de luz brillara sobre mí, 
me conduce a un paisaje diferente. 

Un valle es el comienzo, 
pequeñas flores silvestres cubriendo un campo verde, 
subitamente sustituidos por pastizales y bosques de pino y encino,
e inmerso en este paisaje,
el reconocimiento de mi alma, 
cae sobre mí.  

Voy a una montaña, 
me lleva el alma. 
A sus pies, 
se ve fuerte y majestuosa
hasta en los más mínimos detalles, 
estoy flotando. 

Poco a poco asciendo, 
alcanzo el punto más alto.
Me detengo. 

Ahora.
El abismo,
y las montañas, 
la exuberante vegetación, 
un paisaje idílico. 

Y en el extremo de mi travesía,
el obelisco.
Entonces,
regreso.


Demian.